«Sentir no es otra cosa que pensar”, escribía Descartes, concibiendo los sentidos como las facultades que ayudan al pensamiento a encontrar la verdad, esa búsqueda insaciable del ser humano y que han asumido oficios a lo largo de su historia como el periodismo.
Un repaso a la transición del periodismo impreso al digital es lo que el artista Carlos Salas trató de plasmar en la estatuilla del Premio Nacional de Periodismo Digital, por eso frente a un trozo de xilópalo se erige la silueta de un rostro que vista desde el frente se funden en un solo objeto.
Ese pedazo de un árbol gigante que es el xilópalo, una madera que cayó bajo sedimentos y se mantuvo allí por más de 20 millones de años fundiéndose con minerales hasta adoptar algunos sílices de cuarzo de la arena y la tierra, representa ese periodismo tradicional en proceso de fundición con los sentidos, plasmados en el rostro humano.
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“Fue un proceso creativo en el que queríamos unificar todos los 5 sentidos, pensamos varias formas de representar todos en uno solo”, afirma Samuel Villalobos, diseñador de la silueta del rostro, que luego determinó que la mejor forma de hacerlo “era darle una cara al premio y unificar la oreja, la nariz, las curvas, los ojos, todos elementos sueltos” en una cara hecha con una sola línea.
Pero luego surgió otra pregunta: ¿Quién sería ese rostro? “En un principio la cara que se había hecho era de una mujer, los rasgos eran más femeninos, con cejas más delicadas, labios más pronunciados y mandíbula mucho más femenina, pero cuando nos sentamos con el equipo dijimos que no podemos enfocar en un solo genero, porque el premio es para todos, puede ser para todos, por eso se cambió para que el rostro fuera diferente”, afirma Villalobos. Por eso en el resultado final la silueta se sale de la limitante caja del género para abrirse a una interpretación general.
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“Como un homenaje al periodismo de papel, también como una muestra de su final, si es que llega a haber un final, pero sí una alteración tan grande que puede ser una especie de muerte y va a haber después un periodismo de papel post mortem. Como pasa con la pintura, que me toca a mí vivir una pintura post mortem”, asegura Salas.
Salas, escultor de la estautilla de los premios no ha estado lejos del oficio, a parte de ser pintor, arquitecto de profesión y diseñador, ha estado relacionado con los medios; por más de diez años dirigió la revista Mundo dedicada al arte nacional y por cinco años tuvo una columna de opinión en KienyKe.com.
Decidió tomar ese espacio editorial porque tiene unas fuertes posiciones políticas y sentía la necesidad de oponerse al gobierno de Juan Manuel Santos. Abandonó la columna a mediados de junio de este año, con el texto Mi último artículo para sumergirse de nuevo en la pintura.
Por eso Salas no puede desligar el periodismo de la política. “En el desarrollo del periodismo de papel fue muy importante el árbol porque permitió una producción masiva de papel y luego fue lo que llevó a las revistas a unas circulaciones inmensas que sin el árbol era imposible lograr. Fue un político como las dictaduras dominaban el periodismo con el negocio del papel, como Rojas Pinilla cuando acusó a El Tiempo de estar traficando el papel para retener su compra; Chávez y Maduro están haciendo lo mismo con Venezuela. Ahí se ve el poder que podía ejercer el periodismo y la relación del poder con el periodismo”, afirma el artista.
Aunque es principalmente un artista abstracto, aceptó que podría hacer la asociación de estos elementos que él define como “sencillos”, pero dotarles del significado suficiente para la estatuilla del Premio Nacional de Periodismo Digital que recibirán los galardonados.
Del Huila a las galerías
“Un simple corte puede ser un gesto artístico o una especie de herida que se le hace a un xilópalo”, asegura el artista, una frase que bien podría representar su vida, en el camino que lo llevó a ser quien es hoy en día.
Nació en Pitalito, Huila, pueblo del que era oriundo su papá, pero del que salió cuando tenía apenas dos o tres años. “Desde niño yo quería ser pintor”, asegura Salas, pero no desconoce que su inicio en la pintura podría ser uno de esos cortes de gesto artístico.
Su mamá era pintora aficionada, pero abandonó los pinceles cuando conformó una familia. Cuando Carlos Salas creció le pidió a una tía que le enseñara a pintar e inició clases con ella, en ese momento la madre decidió entregarle los pinceles que había abandonado que, aunque secos y viejos, le permitieron al naciente pintor dar sus primeros trazos.
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Pero la vena artística no se remonta solo a su progenitora, según cuenta entre su ascendencia, a parte de los próceres del Huila, Benito y Fernando Salas fusilados en la reconquista, se encuentra el escritor José Eustacio Rivera Salas, autor de La Vorágine.
Cuando terminó el colegio quería estudiar arte pero ya estaba “escrito” que debía ser médico, sin embargo la demanda de esa carrera en la época de su juventud le hizo cambiar de profesión. Escogió arte pero su padre le dijo que estudiara una carrera más tradicional por ser la primera generación de su familia en ingresar a la universidad.
Escogió arquitectura y esa profesión le permitió desarrollar habilidades manuales y mentales que le han servido en su desarrollo pictórico, con amplio reconocimiento. Pero este artista xilópalo también ha recibido cortes que parecen heridas, como posible diagnóstico de una enfermedad en la sangre que le llegó en uno de sus momentos más álgidos de la profesión.
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“Es un momento de quiebre como el alcoholismo, porque yo siempre pensé que me iba a morir pintando como un pintor figurativo y me imaginaba que era tomando y fumando, hasta que me di cuenta. Hace diez años que lo dejé y algunos otros vicios”, afirma.
Esa situación quedó en el pasado luego de un diagnóstico no muy preciso de una aparente leucemia, el fallecimiento de su madre y el divorcio con su esposa, que lo hicieron reflexionar y reenfocar su vida y darle una transformación a su arte.
Carlos Salas ha expuesto, primero en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, también en el Museum of Contemporary Art North Miami (MOCA), el White Box de Nueva York y ahora se prepara para una exposición en China.